Phineas está desaparecido, así que sigo asumiendo la tarea hercúlea de mover el blog. No pretendo suplantar a Phineas, quien ya sabéis que conoce cada recoveco de internet hasta el punto de que podéis considerar que mira por encima de vuestro hombro mientras navegáis (pensamiento que, he de reconocer, me incomoda un poco cuando me masturbo), por lo que recurriré a todo un clásico.
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