Al igual que el fútbol, según Lineker, es "un deporte en el que juegan 11 contra 11 y siempre gana Alemania", el tenis es un deporte en el que juegan dos tíos y siempre gana Nadal.
Tanto Alemania como Nadal son muy conscientes de sus limitaciones y tienen una constancia, una fuerza mental y un físico que les permite ganar (en ocasiones humillar) a rivales mucho más dotados técnicamente. En menor medida, selecciones como Paraguay o Japón han llegado sorprendentemente lejos en el Mundial siguiendo una filosofía parecida.
Sin embargo, no envidio a los alemanes. Ver jugar a España me emociona. Y más cuando me acuerdo de Clemente (cuyo sucio alma espero arda en el infierno junto a la de Esperanza Aguirre) sacando a Nadal (el tío del tenista) y a Hierro de centrocampistas contra Nigeria en Francia 98. ¡Jugábamos con 6 defensas! 12 años después todavía no me canso de cagarme en sus putos muertos.
Por eso me he alegrado que los planteamientos rácanos y mezquinos de Portugal, Italia y Brasil les hayan llevado a irse a casa pronto y con el rabo entre las piernas (lo de la Francia de Domenech ha sido tan penoso y surrealista que ni entra en esa categoría).
En fin, pase lo que pase el miércoles, el trauma de ver a Zubizarreta meterse ese gol en propia con sus manos ya artríticas por fin está superado.
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