Tanto en la vida real como en el cine las mujeres se preguntan frecuentemente por qué les atraen los cabrones desgraciados que las dejan tiradas, mientras que los pagafantas decentes y cultivados les ponen menos que un mapache obeso.
Tras años de investigación (cuyo objetivo original de zumbarse a muchas mujeres por desgracia resultó bastante fallido) desde paletos ignorantes hemos determinado que todo se debe a la selección natural. Pongamos que hay dos genes, G1 y G2.
-A las mujeres con el gen G1 les atraen los hombres tímidos y sensibles que no salen mucho de casa, estilo Gustavo Adolfo Bécquer.
-A las mujeres con el gen G2 les ponen personajes como este (que sepan sumar es secundario):
Digamos que los hijos salen bastante a los padres. ¿Quiénes tendrán más descendencia, las mujeres con el gen G1 o G2?
Hala, ahí tenéis la respuesta. A las mujeres les gustan los follatas hijos de puta por la simple razón de que sus genes quieren que tengan hijos follatas hijos de puta que inseminen y dejen tiradas a cuantas más mujeres mejor para multiplicarse por doquier (esta perspectiva es la del
gen egoísta de Richard Dawkins).
Esta teoría explica fenómenos universalmente observados como la frecuencia con que las tías se follan felizmente a los novios de sus mejores amigas. Esto no se debe a que sean todas unas putas sin escrúpulos (que también), sino a que están programadas para que les pongan brutísimas los tíos que atraen a otras mujeres.
El razonamiento, por cierto, no es aplicable al revés porque una mujer sólo puede tener un hijo cada 9 meses, con lo cual una piva promiscua no tiene por qué tener más hijos que una mujer no promiscua. Esto podría explicar (al margen de hipocresías sociales, que obviamente también existen) por qué un tío que folla mucho es un jefe y una tía que folla mucho es una guarra (ni que decir tiene que desde paletos ignorantes discrepamos y opinamos que toda mujer debería follar mucho, a poder ser con nosotros).
