Hoy ha sido la final de la liga universitaria de baloncesto, posiblemente el acontecimiento deportivo más impredecible y emocionante del mundo. Durante un mes, 64 equipos se juegan el campeonato a eliminatorias de un partido en lo que se llama la March Madness. Hoy jugaban la Universidad de Connecticut (UConn), un muy buen equipo con Kemba Walker como gran estrella (aunque en la NBA le costará destacar por ser algo bajito), y Butler, una pequeña universidad de Indiana que milagrosamente llegaba a la final por segundo año consecutivo a pesar de no ser favorita en absoluto.
El año pasado Butler perdió por dos puntos y tuvo la oportunidad de ganar con un triple fallado por Gordon Hayward, hoy jugador de los Utah Jazz en la NBA. Este año, sin Hayward ni ningún jugador de ese calibre, era todavía más una cenicienta prototípica (a cinderella story como les gusta decir en EEUU). Un grupo de chavales descartados por las mejores universidades que rozaban su sueño con las yemas de los dedos. Todo estaba dispuesto para que David matase a Goliath.
Pues bien, Butler ha jugado como el culo. No metían una los pobres y UConn ha ganado a base de músculo sin hacer gran cosa. Hay que recordar que por cada pobre chavalillo que sale del ghetto para hacerse millonario en Nueva York hay miles más que se acaban pudriendo miserablemente debajo de un puente. Y es que el sueño americano estadísticamente es mentira. Al final, para la mayoría de gente la vida es como una de esas típicas noches en las que sales por ahí de fiesta y la noche parece que va a ser una puta mierda, pero luego al final resulta que... la noche es una puta mierda.
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